domingo, 29 de marzo de 2020

Ourense, de la peste al coronavirus (artículo de José Paz en La Región, 29 de marzo de 2020)

Reproducimos hoy en el blog el magnífico artículo ("Ourense, de la peste al coronavirus") que el periodista y fotógrafo José Paz ha publicado hoy en La Región (Ourense) acerda de historia de epidemias en Ourense.

Hace referencia en su trabajo a una entrada de nuestro blog del año 2012 y titulada  "De guardia con la Junta de Sanidad en la "Porta da Aira" (Ourense, 1804)"
(https://diariodeunmedicodeguardia.blogspot.com/2012/01/de-guardia-con-la-junta-de-sanidad-en.html )

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Ourense, de la peste al coronavirus 
(artículo de José Paz en La Región, 29 de marzo de 2020)
https://www.laregion.es/articulo/ourense/ourense-peste-coronavirus/20200329010342935662.html

Lepra, peste negra, fiebre amarilla, gripe española, coronavirus. En la histora, Ourense no se ha librado de epidemias que han obligado a la población a confinarse y a levantar hospitales donde paliar al enfermo.
En el Ourense medieval cada vez que surgía una epidemia, la ciudad cerraba sus puertas. Así se hizo muchas veces, incluso cuando estas desaparecieron. En los tiempos del coronavirus hemos visto repetir el método, inclusive a nivel global. Una salvedad: Corea, que ha apostado por la tecnología, el big data y confinamiento de personas enfermas o de riesgo, -parece- más acorde con los tiempos, y sin paralizar la economía.
Calle Julio Prieto Nespereira, al inicio se ubicaba una de las puertas de la ciudad, Porta da Aira; se cerraba ante la proliferación de epidemias (JOSÉ PAZ). (tomado de https://www.laregion.es/articulo/ourense/ourense-peste-coronavirus/20200329010342935662.html )

La historia está marcada por las epidemias. Tras la llamada peste bubónica, conjunto de epidemias que asolaron Europa en 1348, y que intermitentemente se repitió hasta 1720 en una veintena de veces, estaba una pulga -transmisora- y una rata -portadora-, la rata negra. De la pulga a la rata, y de la rata al hombre. La picadura provocaba una inflamación de los ganglios, la aparición de unos bultos negros denominados bubones, el oscurecimiento de la piel, y una neumonía de lo más letal; un tercio de la población europea desapareció. “A peste negra ven da China, India, de todo Oriente, a chamada Ruta da Seda; levou por diante entre o 30% e o 50% da poboación. Ocurriu nunha época de bonanza, a través das vías comerciais, e tamén polos camiños de peregrinacións, algo moi semellante ao que pasa agora co coronavirus”, dice el arqueólogo José María Eguileta. En Galicia, la epidemia entraría por la Ría de Vigo, por Baiona. Al desaparecer la rata se acabó la peste.

El clima
En la aparición y propagación de la peste negra tuvo mucho que ver el clima, lluvias intensas y varias malas cosechas. Tras la desaparición de la peste bubónica el relevo lo toma la fiebre amarilla, relacionada con el comercio de esclavos a América, y de ahí de nuevo a Europa, a través de los barcos y vías comerciales. En España entró por Cádiz y Málaga (1730). En 1804, tal como escribe David Simón Lorda, en un artículo extraído del Arquivo Municipal de Ourense, la Junta de Sanidad  nombra una serie de personas para que hagan guardia en las puertas de la ciudad. Las órdenes, de la Junta Suprema de Sanidad del Reino, en la figura del Conde de Montarco, contemplaba hasta la pena de muerte, a quien desoyera las indicaciones. 

En la pandemia que ahora nos atañe, lo del cambio climático es una realidad constatada. Por otro lado, si detrás de la peste bubónica figuraba una pulga y una rata, en la que nos concierne, el animal -en principio- proscrito es el pangolín. Al que la inmensa mayoría de los ciudadanos a lo sumo, hemos visto en foto.

Los primeros lugares en la ciudad donde paliar la enfermedad y confinar a los enfermos tienen que ver con la lepra, enfermedad de Hansen (documentos ya la citan en el 2000 A.C) y recurrente en la propia Biblia. Una enfermedad  antiquísima, infecciosa, crónica, incurable, y que por la desfiguración y deformidad que provocaba, los enfermos quedaban apartados de la sociedad para siempre. “Os leprosos se concentraban no Campo de San Lázaro, aínda que o propio lugar de acollida estaría no solar onde está hoxe o colexio Curros Enríquez, dende o século XII ata o XIX, 1861. Exemplos onde quedaban confinados eran os lazaretos, pequenas edificacións onde quedaban confinados”, apunta Eguileta. 

Hospitales

La ciudad medieval estaba llena de hospitales para aislar a los enfermos, primero la lepra, luego la peste negra, y más tarde, en 1918, la gripe española; la enfermedad, no hacía distingos entre clases sociales, a lo sumo mejoraba la reclusión en sí. “Un dos hospitais documentados -cuenta Eguileta- que coñecemos é o da Trinidade (1194), na rúa do Penso (Pelayo); outro na rúa Corredoira (Santo Domingo) (1287) a documentación cita outros xa na idade moderna na rúa Nova (Santo Domingo) 1517, na rúa dos Zapateiros (rúa da Paz), e outro xunto á Porta da Aira”. 

Uno de los hospitales más notorios fue el de San Roque (1556-1927), promovido por el obispo Francisco Blanco, que vivió los brotes cíclicos de la peste negra. Al desmontar el de San Roque toma el relevo el de las Mercedes, y posteriormente el de infecciosos del -hoy- Campus Viejo, promovido por la Diputación. La mayoría fueron de beneficiencia y relacionados con la Iglesia. Después de tantas vicisitudes infecciosas no es extraña la devoción por San Roque, protector de la peste y otras epidemias. 
(artículo de José Paz en La Región, 29 de marzo de 2020)
https://www.laregion.es/articulo/ourense/ourense-peste-coronavirus/20200329010342935662.html

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