Apología del volante modelo P.10
No sé exactamente desde cuando está en servicio pero posiblemente provenga del franquismo. Yo lo he conocido durante todo mi ejercicio profesional, ejercicio que, para bien o para mal, ya está llegando a su fin. Inalterable ante transiciones democráticas, democracias, cambalaches de partidos, transferencias, movidas gerenciales, huelgas, modas y demás avatares. Ni las guerras, ni los misiles, ni la maldad, ni el fanatismo lo han afectado. Siempre igual, joven, sin arrugas en su talonario e indispensablemente útil. He visto mesas de médicos sobre las cuales solo hay un bolígrafo y este rectangular papel dispuesto a todo.
Es justo, por tanto, que se merezca una apología. Coged uno y miradlo detenidamente, mirad este volante P.10 en cuyo frontispicio reza solamente: “PARTE DE CONSULTA Y HOSPITALIZACIÓN”. Luego hay una serie de apartados para datos divididos en cinco bloques bien delimitados. Con todos ellos debidamente cumplimentados tenemos un documento donde, dentro de su pequeñez física, puede haber toda una historia clínica de un enfermo y todo un protocolario y versallesco modo de hacer las cosas. Desde el médico que remite o consulta al médico consultado, pasando por la Inspección. Nunca he sabido cual es la misión exacta de esta última instancia pero me imagino que será marcar, tras un concienzudo estudio del caso, las dos cuadrículas que existen en el ángulo inferior izquierdo, dentro del bloque “DATOS MÉDICOS”: PROCEDE y ACOMPAÑANTE. ¿Alguien ha visto alguna vez marcadas estas cuadrículas? Pero hay más preguntas: ¿Qué es lo que puede proceder o no? ¿Y el acompañante? ¿Qué poder o misión le otorga este salvoconducto en que se convierte el P.10 con la cuadrícula marcada?
Dejemos este interrogantes y centrémonos en el primer bloque. Ante todo el “DEL DR.” seguido de una larga línea en blanco. Y aquí el P.10 se convierte en un título nobiliario ¿A qué nos vamos a engañar? No es lo mismo un P.10 cumplimentado por uno cualquiera de nosotros que por un eminente colega. Si es éste el caso, el enfermo nos lo enseñará orgulloso y nadie dudará de que allí está escrita la verdad. Luego, en un segundo bloque, viene el árbol genealógico del usuario, su nombre y apellidos, la ubicación de su casa solariega y la familia a la que pertenece o titular de la extinta cartilla. Un tercer bloque denominado “SERVICIO” establece una gradación con cuadrículas al modo de los antiguos entierros o los billetes del tren. Para los más jóvenes, recordar que antes existían entierros de 1ª, 2ª y 3ª (“es más triste que un entierro de tercera”, se decía) al igual que billetes de tren de 1ª, 2ª y 3ª. El correlato es “Ambulancia”, “Taxi” y “Colectivo”. El enfermo de primera viajará en ambulancia, incluso en ambulancia medicalizada, cómodamente tumbado, rodeado de profesionales y artilugios de sobrevivencia y, al volante, irá un conductor experto que hará sonar la sirena y brillar la parafernalia de luces con lo que conseguirá la preferencia en carreteras y semáforos. El enfermo de segunda viajará en un taxi, algo más incómodo pero digno y de uso individual. Pero el enfermo de tercera hará su viaje en un medio de transporte colectivo, junto a otros enfermos, cada uno con su problema, su dolor y su olor.
Y ocupando casi la mitad inferior del P.10, el bloque “DATOS MEDICOS”. Es aquí donde hay que anotar la pequeña historia, lo que el médico ha visto, auscultado, palpado o percutido porque una llamada y una nota en el margen inferior lo dice claro: “Datos fundamentales de exploración clínica que motivan el envío”. Exploración clínica dice así que sobran los signos obtenidos por análisis de muestras biológicas, por técnicas que utilicen la radiación X, ultrasonidos, TAC, RMN y PET. Siempre me ha parecido esto una arbitrariedad y he hecho caso omiso de la limitación impuesta.
Y tras esta somera descripción del volante (si fuera minuciosa daría para mucho más) vamos ahora a lo que importa: ¿para que sirve un P.10? Pues prácticamente para todo. Ahora cuando la mesa del médico se ve literalmente llena de papeles, impresos y formularios, impresoras y ordenadores, cuando la información se trasmite usando los más diversos y complicados medios tanto analógicos como digitales, este humilde P.10 es todo un canto a la simplicidad, la eficacia y a la eficiencia. Un P.10 sirve, como dice su encabezado, para consultas y hospitalizaciones pero da mucho más de sí. Los especialistas lo usan para indicar el tratamiento del enfermo que nosotros hemos de recetar, se emplea para justificar faltas al trabajo o al colegio, se extiende en ellos someros informes para la Inspección o una compañía de seguro. Aunque la orden de tratamiento a enfermería tiene su impreso específico (hijuelo del P.10), también usamos éste con dicha finalidad. Pautamos tratamientos cuando no procede extender receta oficial o damos un primer informe de lesiones al interesado. Y esto solo dentro de lo estrictamente médico. Pero hay más. Sirve de medio de comunicación para cualquier tipo de asunto, incluido los privados, entre los distintos profesionales del Centro, como bloc de notas, como precursor del post-it y como punto de lectura. Hay quien lo ha empleado para pedir café o un bocadillo al “bar de referencia” y no me cabe ninguna duda de que ha servido como billete de amor, para misivas tan apasionadas como breves en amores incipientes o clandestinos de batas blancas y ruido de fonendos al cuello que se entrechocan en un beso fugaz.
Por eso, bien sea elogiado este P.10 porque como escribió Machado y cantó Serrat, “vosotros, amigos volantes, me evocáis todas las cosas”.
MANUEL COMESAÑA
Centro de Salud de La Alberca-MURCIA