Anuncio publicitario Balneario de Baños de Molgas (Ourense) dl periódico EL MIÑO 1907 (en la Biblioteca de la Diputación de Ourense) |
Reproducimos a continuación un interesante artículo periodístico (En los balnearios curaban la locura) publicado ayer en el diario La Región (Ourense) por José Paz, acerca del uso de la hidroterapia en el tratamiento de las enfermedades mentales en Galicia a finales del siglo XIX y primeros años del XX.
Para su trabajo se ha está inspirado o documentado con una comunicación científica presentada en las Jornadas Nacionales de Historia de la Psiquiatría, que la Asociación Española de Neuropsiquiatría (www.aen.es) organizó en Ourense en otoño de 2012.
Para su trabajo se ha está inspirado o documentado con una comunicación científica presentada en las Jornadas Nacionales de Historia de la Psiquiatría, que la Asociación Española de Neuropsiquiatría (www.aen.es) organizó en Ourense en otoño de 2012.
El trabajo científico de 2012 se titulaba "Sobre “baños tibios prolongados”,balnearios y locura en Galicia (finales del siglo XIX y primeros años del siglo XX)" y los autores fueron los médicos y psiquiatras Tatiana Bustos Cardona, David Simón Lorda, Xaqueline Estévez Gil y Claudia
Ximena Muñoz. Fue publicado como capítulo del libro "Razón,locura y sociedad. Una mirada a la historia desde el siglo XXI" (2013, Ed. AEN).
Manicomio de Conxo, julio 2012. (Archivo Diario de un médico de guardia) |
En los balnearios curaban la locura
JOSÉ PAZ
Ligados a la belle epoque de la
cultura balnearia, la psiquiatría, antes de su despertar farmacológico
-1930/50- estuvo muy unida al valor curativo de las aguas minero-medicinales, a
las que confió la enfermedad mental
Una estancia diáfana, en azulejo
blanco, dos bañeras, una especie de bidé -uso femenino- y una ducha enjaulada.
La imagen es promocional, entre un conjunto de 15, de 1920, donde se mostraban
además jardines ornamentales y parques que rodeaban al recinto. Lo que pudiera
ser una sala de baño y formar parte del mobiliario de un balneario
decimonónico, modernista, en realidad lo era, entre las estancias de un
psiquiátrico, el de Conxo, El primer sanatorio psiquiátrico de Galicia (1885),
y el único durante décadas (en Ourense, el primero sería el de Guizamonde,
1945, con Cabaleiro Goás).
Postal promocional del manicomio de Conxo (aprox. 1915) (Archivo Diario Médico de Guardia) |
Sobre Conxo pesa la leyenda negra
derivada del gran número de internos -hasta 1.500-. En el psiquiátrico de Toén
(59-60), cuando funcionaba como tal, ”nunca se superaron los 170, y con una
proporción entre enfermos y número de pacientes adecuada”. Lo cuenta David
Simón Lorda, psiquiatra, quien, en compañía de otros facultativos, trenzaron un
camino previsible -los estudios existentes apuntaban a ello- entre la
enfermedad mental y el uso de la hidroterapia como parte del tratamiento, y así
dejaron constancia de ello en un trabajo presentado al Congreso sobre la
Psiquiatría Gallega, en 2012.
La histórica imagen de Conxo
buscaba clientes para el centro sanitario, el denominado Manicomio Central de
Galicia, un centro primero privado, de beneficencia después, que concertaba
internamientos con las distintas diputaciones provinciales.
Primeros pasos
La psiquiatría entonces estaba en
pañales; rastrearon -Arquivo Central de Galicia- los expedientes clínicos de
pacientes de Conxo entre 1890 y 1915: “Recogimos fechas de ingreso,
diagnósticos y tratamientos hidroterápicos y sus diferentes asociaciones;
ninguno de los informes estaba firmado por los facultativos”.
Desde antiguo se sabe del poder
curativo de las aguas: “Hipócrates recomendaba el agua fría como sedante para
la melancolía; Celso, para la locura triste; Areteo, para el frenesí y el
síncope”, relatan en el prólogo. En el estudio queda constatado que tanto
Timoteo Sánchez Freire, como Juan Barcia Caballero, los dos primeros directores
y catedráticos de medicina, empleaban con los internos diferentes tratamientos
hidroterápicos, “baños prolongados, ducha escocesa, duchas frías, calientes,
afusiones frías, en muchas ocasiones combinados con otros tratamientos como bromurados,
opiáceos”. La enfermedad mental, siempre recelosa en los términos, entonces se
referían a “diagnósticos de idiocia, demencia, delirio crónico, locura
epiléptica, manía, melancolía, locura circular, locura puerperal”. Pero los
hábitos balnearios no sólo quedaban en el psiquiátrico -aunque era de
beneficencia, también admitían clientes de pago, con derecho a asistente y con
una alimentación diferenciada-, también desde Conxo se trasladaban a algunos
internos hasta el Balneario de Tremo-Brión, cercano al psiquiátrico. La pasión
de ambos directores, bien por esnobismo derivado de los gustos de la entonces
creciente clase media, bien por fe ciega en las terapias minero-medicinales,
fue coincidente con la época gloriosa de los balnearios.
El estudio incluye también las
memorias de la prolija red de balnearios gallega, a donde acudían numerosos
clientes con problemas de “orden neurótico (diagnosticados como histeria,
neurosismo, neurastenia...) y psicosomático (reumatismo nervioso, clorosis,
dispepsias, herpetismo, parálisis)”, en donde eran diagnosticados y tratados
por los médicos de cada establecimiento, informes que incluyen, como el de
Baños de Molgas -1894- también el grado de efectividad en los tratamientos
según los pacientes.
Los psicofármacos de la época
¿Qué es lo que se estaba haciendo
en el psiquiátrico? Las terapias -baños tibios prolongados, las sangrías- junto
con el láudano -opiáceo-; el bromuro, “para calmar las agitaciones y para
dormir”, cuenta David Simón, no sustituían a nada, puesto que no había
medicamentos. Los primeros tratamientos en llegar, el electroshock, es de los
años 30; los primeros psicofármacos llegarían en los años 30/40; los
antipsicóticos -flufenacina-, y ansiolíticos -benzodiacepina-, en los 50.
“Por el Real Decreto de
Internamiento de Dementes, 1885, los enfermos con síntoma de agitación aguda
ingresaban en depósitos y cárceles municipales durante tres meses a la espera
de ser internados en un centro regulado por la beneficencia como Conxo, o
Valladolid, Barcelona”, apunta.
La era del Prozac -1990-, las
expectativas puestas en la genética, las nuevas generaciones de anti-
psicóticos, “con mucha potencia, sin efectos
secundarios han puesto a las enfermedades mentales y su complejo catálogo de variedades en un camino más ordenado”. Todo ello hace
hoy que la mirada a determinadas prácticas decimonónicas se nos presente cuando
menos pintoresca. Y también, una pregunta, ¿pudieran ser las prácticas
hidroterápicas alternativa o acciones preventivas contra las enfermedades
mentales? El médico discrepa, imagino que con la mente puesta en los potentes
psicofármacos, también pensando en el coste, de cubrirlo la sanidad pública; lo
contempla como terapia complementaria de recuperación y rehabilitación.
En la actualidad, entre los
balnearios ourensanos hay dos que por tipología de las aguas poseen radón-gas
radioactivo de origen natural, con propiedades sedativas y analgésicas, en
algunos trastornos psiquiátricos, el de Partovia, inmerso en obras sine die, y
el de Baños de Molgas. Sólo de pensar la opción balnearia, me relajo. En serio.
Puede ver este artículo en la siguiente dirección
http://www.laregion.es/articulo/ourense/balnearios-curaban-locura/20150125072928518254.html
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