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http://www.lavozdegalicia.es/ourense/2011/11/19/0003_201111O19C6992.htm
Ourense / La Voz de Galicia
19/11/2011
Forman a psicólogos ourensanos para detectar traumas de la guerra
Procesos de ansiedad, angustia, insomnio e incluso trastornos gastrointestinales, son algunos de los síntomas que pueden esconder un trauma psíquico de transmisión intergeneracional, es decir que tienen su origen en un individuo que vive en un momento anterior al paciente que lo sufre. Esta realidad, demostrada ya por estudios científicos, fue explicada ayer a un grupo de profesionales sanitarios vinculados a los servicios de salud mental del CHUO por la psicóloga catalana Anna Minarro, especialista en clínica psicoanalista.
La docente orientó el taller, que organizó el servicio de Psiquiatría del CHUO con la colaboración de la Fundación Cabaleiro Goás, hacia la etapa de la Guerra Civil, la posguerra, la dictadura y la transición españolas. Explicó las conclusiones del estudio asegurando que «hemos demostrado que estos traumas pueden transmitirse hasta la cuarta generación y el problema es que se atienden mal porque normalmente no se asocia el problema del paciente con algo que le haya podido ocurrir a su abuelo, porque posiblemente ni su abuelo hablaba de ello, pero las angustias, los miedos, los trastornos se han ido pasando de generación en generación».
Anna Minarro centró una parte de su taller en habilidades y actitudes para el acompañamiento de personas que sufren este tipo de procesos por pérdida o muerte del familiar. «Una guerra es siempre traumática, para los que están en cualquiera de los bandos, ganador o perdedor, pero se complica en el caso de aquellos que han tenido que ocultarse, esconder la pérdida de un ser querido, avergonzarse incluso, o no han podido realizar un proceso de duelo porque no saben donde está el cuerpo del muerto», señaló.
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Reportaje sobre el curso y entrevista a Anna Miñarro en Telexornal 18-11-2011: Minuto 20 a minuto 21:30.
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Anna Miñarro y Teresa Morandi, "MEMORIA: Tiempo de Verdad, tiempo de Justicia, Tiempo de Reparación"
Anticipos del libro Memoria / Verdad /Justicia, en edición
Miércoles 20 de abril de 2011.
Desde el trabajo centrado en el Proyecto de Investigación “Trauma Psíquico y Transmisión Intergeneracional” y desde nuestra práctica clínica como psicoanalistas. La Fundació Congrès Catalá de Salut Mental lo inicia en el año 2005 y tiene la importancia de ser el primero de estas características en analizar los efectos psíquicos en la subjetividad de los ciudadanos de Catalunya, tanto de la Guerra del 36, como de la postguerra, la dictadura y la Transición. A la vez, que interroga cómo, la inscripción simbólica de esos hechos históricos, se ha transmitido a las diferentes generaciones, e incide en la subjetividad de nuestra época.
El siglo XX es un ejemplo de gran productor de situaciones traumáticas: dos guerras mundiales; la Shoah, la bomba sobre Hiroshima, Vietnam; las dictaduras suramericanas, el genocidio armenio, el apartheid en Sudáfrica, la guerra de la antigua Yugoslavia y tantos otros. La tarea y el trabajo de reflexión y de recuperación de la memoria sobre los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX, se ha comenzado con diferentes velocidades según los países como por ejemplo Argentina, Chile, Uruguay.
En el Estado español, pese a haber sufrido una de las dictaduras más antiguas y largas, sólo recientemente se ha comenzado el trabajo de recuperación impulsado desde algunas instituciones y desde los estudios que aportan historiadores y periodistas. Este retraso es la consecuencia del exilio forzado de muchos ciudadanos, del arrasamiento económico y cultural que ha sufrido este país y del pacto no escrito entre los partidos que lideraron la transición política española para silenciar la memoria histórica.
En cambio, en el resto de Europa estamos siendo testigos de unas tendencias históricas diametralmente opuestas. Algunos individuos, organizaciones y Estados intentan asumir su pasado y plantean un proceso histórico de examen de consciencia, mientras otros tratan de reescribir la historia y confían en que no se enfoque su “negro” pasado.
En nuestro caso, al formar parte de la última generación que tendrá la oportunidad de conocer personalmente parte de los supervivientes y su voluntad firme de sobrevivir al conflicto, decidimos tomar esta iniciativa, pretendiendo con ello:
Aportar al reconocimiento simbólico del silencio y entierro de la memoria que tanto daño ha hecho a este país, no sólo a la salud mental individual de muchas familias traumatizadas por el miedo y el dolor no-dicho, sino también a la afectación de la capacidad de disentimiento, de diálogo libre, de crítica ante la vida social, política y cotidiana del país.
La obtención de datos concretos nos permite conocer los efectos que produce en los sujetos y en las generaciones; y ayudará a muchos ciudadanos a recuperar el sitio que les corresponde, el cual, injusta y dolorosamente les fue arrebatado.
Abogar por el reconocimiento implica encontrar herramientas que ayuden a nombrar, calmar y dar sentido al sufrimiento, y a abrir las fosas del olvido que se han creado en la intimidad de cada uno.
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MEMORIA Y OLVIDO
Memoria y olvido guardan entre sí una relación recíproca. No todo se puede recordar, por eso hay que “velarlo”. Tanto en lo individual como en lo colectivo es necesario un tiempo. La diferencia de tiempos para narrar lo vivido da cuenta de la singularidad del sujeto y de una temporalidad propia del inconsciente, que no obedece a las leyes de la consciencia.
Hacer memoria, recuperar la memoria no es alejarnos del presente, porque éste- aunque se pretenda- no está separado de un pretérito que quedó enterrado con los muertos y - como muchos de ellos-, de cualquier manera, sin nombre, en lugares desconocidos.
Freud mostró, a través de sus escritos y de la clínica, que el inconsciente jamás olvida: de lo vivido quedan huellas mnémicas, marcas, que siempre pueden activarse. Por ello, más que de olvido habló de represión de los recuerdos.
Aquello que se reprime tiene tendencia a retornar, de diferentes formas: a través de síntomas, sueños o lapsus.
Si a esa represión, propia de la estructura del psiquismo humano-no todo se puede recordar-, se le suma la represión impune de una dictadura, el sujeto se encuentra sin una trama simbólica que lo sostenga, perdido.
Cuando no hay recuerdo, el síntoma (como sufrimiento) se instala en el lugar de los sucesos olvidados, conmemorando un suceso traumático. Es a través de la rememoración que puede desanudarse.
El tiempo de paz posibilita recuperar esa trama que acompaña al sujeto y deshacer el silencio. Recordar y elaborar logra efectos de apaciguamiento, por ende terapéuticos. Por tanto hay que propiciar espacios en los que se pueda testimoniar, compartir experiencias y encontrar salidas al enquistamiento del trauma histórico.
En esta línea, hemos puesto en marcha “Grupos de Palabra y Transmisión”, coordinados por psicoanalistas y formados por personas de diversas generaciones, en diferentes ciudades de Catalunya, con una duración de nueve meses, y cadencia quincenal o mensual, para intercambiar experiencias, darlas a conocer y recuperar la palabra.
Como psicoanalistas, al recoger innumerables experiencias de dolor, de silencio, de humillación, de horror podemos ayudar a que cada uno pueda hacer algo diferente con ellas.
Algunas de estas historias fueron relatadas en la intimidad de las consultas, en instituciones; otras son palabras de testimonios, otros, escritos. Todas ellas confluyen en una ética del compromiso de resistir a la catástrofe, al derrumbe psíquico, a la anulación subjetiva.
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